Reencuentro conmigo... junto al mar

Desde hace mucho tiempo atras tenia pensado viajar a la costa, en un principio queria hacerlo acompañado, para cambiar de aires y pasar un dia entretenido fuera de la ciudad, pero dado todos los acontecimientos ocurridos en mi vida, este viaje tomo otro sentido. Debia viajar solo, para reencontrarme conmigo.

Me desperte temprano, pero no me levante, segui durmiendo, a medio dia desperte nuevamente, me duche, comi algo, y sali de mi casa con lo puesto, mi libreta de anotaciones y un chaleco. Me dirigi a tomar la micro para llegar al terminal, la espera correspondiente esperando a que pasara, arribo al terminal del buses y tome el primer bus a la costa que salia en 10 minutos, asiento 31 ventana.

Ya sentado en el bus este comienza a moverse y lentamente comenzamos a dejar santiago, hoy es un lindo y caluroso dia de primavera, a medida que pasa el tiempo van quedando atras sentimientos que solo deben ser un recuerdo, una etapa de mi vida.

El paisaje transcurre entre cerros secos con poca vegetacion y los arboles correspondientes acordes al paisaje. En el cielo una que otra nube ocupa el cielo y se desvanece lentamente, asi como la nube del cielo, la nube de mi cielo tambien se esta desvaneciendo, los vientos de cambio se encargan de hacer la limpieza de mi interior.

Miro al horizonte y se ven muchas nubes, al parecer en la costa es una tarde nublada.

Pasamos el tunel zapata y el paisaje comienza a cambiar junto con el aire, kilometros de viñedos me rodean, y el cielo que estaba limpio comienza a llenarse de nubes.

Llegamos a la ciudad de cerros cubiertos de casas, casualmente paso por aquellas torres donde vive ocasionalmente tu abuela, ironia del destino, no lo se, solo sonrio.

Lentamente comienzo a ver agua, me acerco a mi destino. Se vienen a mi mente los recuerdos de aquella caminata en el sur mientras llovia, se escuchaban truenos y caian rayos, cuando ibamos a aquella playa del lago Panguipulli, que lindos dias aquellos.

Llego a mi destino, Quintero, no me equivoque, es un dia nublado, no conozco el lugar, esta todo muy tranquilo, empiezo a recorrer las calles y llego a la costa, comienzo a caminar por un sendero que bordea la peninsula, no hay ruido, solo las conversaciones de las personas con las que me cruzo ocasionalmente, llego a un lugar llamado la cueva del pirata, al parecer se acaba el camino. Pero como estoy decidido a seguir, bajo por el acantilado y continuo mi camino, al igual como lo hacia 10 años atras en el norte subo y bajo rocas, todo es silencioso, solo escucho el mar, mis pies golpeando las piedras al pisarlas, siento el aire frio, humedo, las olas golpean las rocas, una que otra ave vuela sobre mi.

Al fin llego a un lugar donde debo detenerme, ya no puedo seguir, el acantilado es muy grande y es demasiado escarpado, bajo y me acerco lo mas posible al mar, sentado en las rocas miro al horizonte y junto a estas aguas, frente al oceano inmenso, quedara mi pena y los sentimientos pasados. El aire hace su trabajo, limpia mi alma, la olas la mecen, la acurrucan y cobijan. Me encuentro solo y en silencio, me contemplo a mi mismo. Me he detenido al costado del camino, estoy tranquilo, recordare con cariño los momentos pasados, te digo adios nube.

Junto a estas aguas, en este roquerio de Quintero, comenzare un nuevo camino. Tengo fe en el futuro, solo espero encontrar el amor verdadero, aquella persona con la cual pasare el resto de mis dias. Se que Dios la pondra en mi camino en el momento adecuado.

Paso largos minutos observando y escuchando el mar, a veces cierro mis ojos, es reconfortante, extrañaba estas sensaciones, la brisa helada tocando mi rostro, el ruido de las olas, el cielo cubierto de nubes.

Y ocurre algo magico... Dios me regala uno de los mas hermosos paisajes que he visto, el horizonte se comienza a despejar, a traves de las nubes caen dorados rayos, la superficie del mar brilla.

Y comprendo... a llegado el fin de la oscuridad de estos dias, puedo ver al padre sol a traves de las nubes, lo entiendo perfectamente, voy por el camino correcto, Dios ya lo ilumino y me lo enseña, desde el horizonte este cielo nublado comienza a abrirse, y los rayos sobre el mar lentamente comienzan a acercarse hacia mi formando un camino dorado, lleno de luz, el cielo se abre y la luz y el calor tocan mi rostro, cierro mis ojos y sonrio. Me ha sido entregado un bello regalo, tengo la energia del universo en mi y mi alma a recibido las palabras de aliento necesarias, junto con todo el calor y el amor de nuestro creador, ya puedo seguir mi camino.

Me levanto con una sonrisa en mi rostro, doy gracias y pido por todos aquellos a quienes amo, quiero, estimo y conozco, por quienes estan y no estan en mi vida, pido que los cuiden y protegan.

Hago el camino de vuelta, casi no hay personas, corre una brisa exquisita, paso a comer algo a un restaurant donde hay un loro que se come el meson, recorro un poco mas, veo otra playa y disfruto de un hermoso y rojizo atardecer.

Me he reencontrado conmigo, tengo mi corazon y mi alma limpia, puedo continuar mi camino... en paz conmigo.